La puerta es un símbolo universal que implica la transición, el paso de un dominio a otro.
Es el lugar de paso entre dos estados completamente diferentes, donde lo conocido se convierte en desconocido.
La puerta es una abertura que nos permite entrar y salir. Atravesar una puerta es cambiar de nivel, de medio, de centro, de vida, es… ir a otro lugar.
Significado espiritual de las puertas – Simbolismo
En las Islas Británicas es costumbre abrir todas las puertas de la casa en la que alguien está muriendo, para ayudar al alma del moribundo a abandonar este mundo.
En algunas regiones de Indonesia, abren las puertas de la casa en la que una mujer está dando a luz, pues creen que ayuda a dar a luz al bebé.
En el Antiguo Egipto, la puerta simbolizaba el horizonte, la montaña luminosa de Oriente por donde sale el sol, ese momento fascinante del amanecer en el que se encuentran ambos mundos.
En las tumbas, se construía una puerta para que el alma del difunto pudiera moverse tanto en una dirección como en la otra. En este mismo sentido, la puerta está presente en las tumbas etruscas; algunas tienen al difunto representado en el umbral.
Para la tradición judeocristiana, la importancia de la puerta es inmensa, ya que a través de ella se accede a la revelación y en ella se reflejan las armonías del universo. En todos los templos judíos, así como en las iglesias y catedrales cristianas, la puerta principal es uno de los elementos arquitectónicos más importantes.
En los pórticos de las catedrales suele representarse la figura del Cristo glorioso, para recibir al peregrino y a los fieles, bajo una de las máximas «Christus ianua vera», Cristo es la verdadera puerta.
La Biblia habla de «las puertas del cielo» por las que se entra en el reino de los cielos, en la salvación y en la vida eterna: «Yo soy la puerta, si alguien entra por mí, se salvará» (Juan 10: 9), lo que alude a ese estado espiritual en el que Jesús inició a sus seguidores.
Al mismo tiempo, la Biblia nos recuerda que no todas las puertas son felices, como es el caso de las puertas de la muerte y las del infierno.
El regreso de Cristo se anuncia con las frases «El Hijo del Hombre está a la puerta» y «ve que estoy a la puerta y llamo. Si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo». En el Vaticano, las puertas y las llaves aparecen como símbolos emblemáticos y el Papa realiza rituales relacionados con la apertura de determinadas puertas.
En la iconografía medieval, la Virgen se representaba a menudo con la forma de una puerta cerrada. Un himno del siglo XII la describe así «Santa María, puerta cerrada, por orden de Dios abierta, fuente sellada, jardín cerrado, puerta del paraíso»
Los guardianes de las puertas románicas se refieren a la iniciación que hará el neófito, una vez que atraviese el portal del templo. Tal es el caso del dios latino Jano, que guarda las llaves de las dos puertas del solsticio: la puerta de los dioses y la puerta de los hombres.
El paso de la tierra al cielo se realiza a través de la puerta del sol, que simboliza la salida del cosmos, el lugar por el que pasa el eje del mundo que da acceso al reino de los cielos.
Las puertas de todos los grandes lugares sagrados del mundo separan y protegen lo sagrado de lo profano. Suelen tener a su entrada una gran puerta protegida por guardianes, como leones, dioses, grifos, manos de Fátima, vírgenes o de Cristo.
Tal es el caso de San Pedro, guardián de las Puertas del Cielo; Satán, guardián de las Puertas del Infierno; el dios Jano, guardián de las Puertas del Solsticio; Can Cerbero, guardián de las Puertas del Inframundo griego; y el dios Ganesh, guardián de los altares de la India.
La puerta de los ritos de los masones es muy baja, de modo que el profano tiene que agacharse para poder entrar en el interior del templo. No es un acto de humildad, sino que denota la dificultad entre el plano profano y el plano iniciático.
Es la famosa «Puerta de Occidente», la dirección por la que el sol se apaga, la luz desaparece y todo queda en la oscuridad. Es un mundo secreto y desconocido para el resto de los mortales.
En las ciudades chinas había una puerta en cada punto cardinal. Según el feng shui, dichas puertas expulsaban las malas influencias, acogían las buenas, daban la bienvenida a los invitados y miraban hacia cada región imperial.
También en Camboya, las cuatro puertas de Angkor representan el acceso a las cuatro direcciones de ese eje mundi oriental.
Significado espiritual de las puertas – Significado
En el mundo dual, donde vivimos una experiencia tridimensional, las puertas y ventanas que construimos suelen ser rectangulares.
Por tanto, nuestras «puertas materiales» son amigas del cuadrado y de los ángulos de 90 grados. Lo más probable es que en la mayoría de las «puertas espirituales» ocurra lo contrario y, en lugar de ser rectangulares, todas las puertas y ventanas sean redondas y amigas del compás.
La puerta se nos muestra como un lugar de acceso a una realidad superior. Pero este paso de acceso tiene siempre ambas direcciones, por lo que otra de las conocidas expresiones puede realizarse también en sentido contrario:
En la Biblia se nos habla constantemente de «las puertas del cielo» que Dios abre para manifestarse y dispensar sus favores a los hombres.
Pero también nos recuerda que no todas las puertas son felices, sino más bien lo contrario, como es el caso de las puertas de la muerte y las puertas del infierno. En cualquier caso, la Biblia nos deja muy claro que todas las llaves de todas las puertas, buenas o malas, tienen el mismo dueño.
Las siete artes liberales también se denominan «Las 7 puertas» a través de las cuales el artista accede a la iluminación y la sabiduría.
Todos los jardines y huertos de la alquimia medieval tenían una única puerta de acceso cerrada, para que el conocimiento no se extendiera a todo el mundo.
Muy pocos eran los que tenían en su poder el código de acceso con el que abrir la puerta de estos jardines especiales cerrados.
La importancia de la puerta en las tradiciones judía y cristiana es inmensa, ya que da acceso a la revelación, y en ella se reflejan las armonías del Universo.
En todos los templos, la puerta principal es uno de los elementos más importantes, y una de sus mayores representaciones se encuentra en el pórtico principal de todas las iglesias y catedrales cristianas.
Las puertas del Antiguo Testamento y del Apocalipsis, como el Cristo en majestad y el juicio final, dan la bienvenida al peregrino y a los fieles que conocen una de las máximas: «Christus ianua vera», Cristo es la verdadera puerta.
Por eso no es extraño ver la figura del Cristo glorioso representada en los pórticos de las catedrales.
En la tradición cristiana, el hombre mejor «relacionado» con las puertas es San Pedro y sus famosas llaves. En nuestro anterior artículo dedicado al símbolo de la llave, ya te mostramos que uno de los elementos más emblemáticos del Vaticano son las puertas y las llaves. Uno de los rituales que el Papa realiza en la Santa Sede consiste en abrir ciertas puertas que suelen estar siempre cerradas.
El dios latino más relacionado con las puertas es, sin duda, el dios Jano, que es quien guarda las llaves de las dos puertas del solsticio:
El paso de la tierra al cielo se realiza a través de la puerta del sol, que simboliza la salida del cosmos, más allá de las limitaciones de la condición humana individual. Es el lugar por donde pasa el eje del mundo que da acceso al reino de los cielos.
Las puertas abren la entrada a todos los demás reinos que no son de este mundo. Sean reinos celestiales, sean reinos infernales, sean los reinos de los difuntos, siempre encontramos en todos ellos la misma forma de acceso: una puerta.
Muchos comparan los 7 chakras principales del cuerpo humano con 7 puertas que cada uno de nosotros tiene y que debemos saber abrir y cerrar. Se pasan toda la vida buscando estas puertas y aprendiendo cómo se abre y se cierra cada una de ellas. Es «curioso» observar que en estas cuestiones siempre aparece el número siete.
Otro número que algunos autoproclamados «conspiranoicos avanzados» asocian con las puertas es el número cuatro.
Esta corriente afirma que todos los altares de los rituales y sacrificios ancestrales tenían en su base cuatro puertas por las que entraban y hacían suyos los rayos del Sol.
Según la época del año en que se realizaban los rituales, los rayos entraban por una u otra puerta, siempre que las nubes no perturbaran el espectáculo.
El número cuatro no es la primera vez que este blog se relaciona con la comunicación del hombre con los dioses del cosmos.
Pero no todo el mundo tiene estos conceptos claros y, por desgracia, con la puerta hacen «la picha un lío», mientras pretenden ser los reyes de la conspiración.
Una puerta cerrada suele representar un secreto oculto, un camino prohibido. Por el contrario, una puerta abierta es una llamada directa a atravesarla para que se te revelen los secretos.
La puerta abierta no sólo indica un paso, sino que también se convierte en una invitación a cruzarla para ir a la otra vida.
En la masonería, la puerta se encuentra entre las dos columnas y debajo del frontón triangular que tiene cualquier logia que se precie. La puerta de los ritos de los masones es muy baja para que el profano tenga que agacharse para poder entrar en el interior del templo.
No es un acto de humildad, sino que denota la dificultad entre el plano profano y el plano iniciático.
Es la famosa «Puerta de Occidente», la dirección por la que el Sol se apaga, la luz desaparece y todo queda en la oscuridad. Es un mundo desconocido para el resto de los mortales.
Conclusión
La puerta es uno de los elementos no naturales que más tiempo ha convivido con los humanos.
En muchas partes del mundo, antes de cruzar una puerta hay que descalzarse y dejar los zapatos puestos. En otros lugares, el novio atraviesa la puerta con su mujer en brazos.
Para muchos es esencial cruzar la puerta con el pie derecho, para otros lo más importante al cruzar es no estornudar.
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